Las Islas Baleares ya tienen un festival de música de todos los estilos (pop, rock, folk, electrónica) a la altura de los eventos más populares y multitudinarios de la península.
Ha costado un par de ediciones conseguirlo, pero definitivamente, el fin de semana pasado (los días 12 y 13) consagró al Mallorca Live Festival como una de las escalas más apetecibles y atractivas del panorama festivalero a nivel nacional e internacional.
Las cifras lo confirman: de los algo más de 4.000 visitantes por jornada del año pasado se ha pasado a superar los 8.000, pasando de largo los 17.000 en todo el fin de semana, y además sin generar ninguna sensación de agobio en un recinto donde fue fácil y cómodo moverse de un lado para otro.
Pero hay más razones para augurar un futuro mejor al evento, pues la organización interna, la calidad sonora de los conciertos en sus dos escenarios y la integración con la ciudad de Magaluf han superado las mejores expectativas.
La llegada al recinto es cómoda y está perfectamente señalizada, con dotaciones de policía cada escasos metros que demostraron estar bien informados acerca de los puntos de interés (taquillas, entradas y salidas, accesos a parkings) del festival.
En el perímetro se impuso además la ley antibotellón (con 20o euros de multa) pero sin excesos: sólo se pretendía castigar a los grupos de gente ruidosa cargada de bolsas con botellas, y las personas que se acercaban al festival tomando tranquilamente una cerveza no tuvieron ningún problema.
La primera jornada arrancó a las seis y media de la tarde con The Prussians enfrentándose a ese duro y arduo trabajo de calentar el ambiente en el escenario grande (llamado Sol House Stage), y algo bueno debieron hacer porque los ánimos estaban en efecto a flor de piel cuando Sexy Zebras tomaron la alternativa.
El trío madrileño de hecho se convirtió en el triunfador del horario diurno, con un concierto movidísimo en el que los decibelios metieron la energía en el cuerpo necesaria para disfrutar de las muchas horas que aún quedaban por delante.
Mientras tanto, otros festivaleros disfrutaban de los shows de Ice Crime, Escorpio y Rumba Katxai en el escenario Mallorca Better in Winter, o visitaban la zona de arte con esculturas gigantes fabricadas con materiales reciclados. También hubo quien se tiró un buen rato buscando y rebuscando discos en las cubetas de vinilos de la tiend instalada junto a la entrada principal, o disfrutaba del área chill-out o la zona de food-trucks con comida balear. En esas saltó al escenario principal C. Tangana, uno de los representantes de la ola de trap que asola el panorama musical nacional, que supo meterse en el bolsillo a sus fans pero en realidad poco tuvo que hacer frente al poderío de la siguiente artista, la Mala Rodríguez, que salió con un vestido negro con minifalda dispuesta a comerse el festival.
A esas horas las barras, puestos de tickets y baños estaban a tope pero sin problemas de aglomeraciones.
Otro punto a favor. Ela Minus y el ya legendario Morodo siguieron metiendo el bailoteo en el cuerpo a la multitud… y entonces llegó el momento del cabeza de cartel, Placebo, que llevó de la mano a las masas hacia la madrugada con un repertorio perfecto e incontestable, donde no faltó ninguno de los hits que el público esperaba escuchar.
Ya pasada la una, los acordes de «All tomorrows Parties» anunciaban la llegada de Amaral, que ejecutaron una de las actuaciones más rockeras y enérgicas del día, dejando exhausto al personal a base de coros multitudinarios, saltos y bailes desenfrenados.
Al día siguiente, tras disfrutar por la mañana de unas calas menos abarrotadas que en fechas veraniegas (otro motivo para desplazarse a la isla coincidiendo con el festival), los festivaleros de la península pudieron confirmar una sensación que flotaba en el ambiente en la primera jornada: en el público no había un dominio aplastante de «guiris» ni mucho menos. Sí que se podían ver grupos de inconfundibles despedidas de soltero y soltera arribadas desde Gran Bretaña, pero nuestro idioma se escuchaba en todas partes. Muchos fans de varios puntos de la península y de las islas se animaron a pasar el fin de semana en Mallorca Live Festival, especialmente los residentes en Calviá, que tenían descuentos para residentes en otro gran acierto del evento.
Así, Yoyo Banana y Salvatge Cor disfrutaron de un público muy internacional (también ha habido muchos alemanes, italianos, franceses, incluso americano y asiáticos) en la apertura de la segunda jornada, cuya tarde tuvo varios triunfadores. Los primeros, Club del Río, que inyectaron una dosis de sano folk desenchufado y desacomplejado que fue muy bailado en la pista. Después, el pop delicado y artesano de Maga deleitó a los más exquisitos, para después llegar el turno de la fiesta más mestiza con Eskorzo y Chambao, cuya cantante Lamari fue todo un vendaval de buen rollo interactivo con la hinchada.
Lori Meyers devolvieron la épica del día anterior al ambiente, presentando un «En la espiral» que fue coreado en cada estribillo por sus fans. Una de las selecciones más «gourmet» del cartel, The Charlatans, terminaron la noche quizá con menos entusiasmo por conectar con el público, pero con la misma profesionalidad y el mismo buen sonido de sus compañeros, cerrando el escenario Sol House Stage con sobresaliente.
Pero aún quedaban horas de diversión en la carpa, con Enric Nicone, Nastia y The Martinez Brothers ejerciendo de maestros de ceremonias de una clausura hiper festiva que dejó un sabor de boca inmejorable para repetir el año que viene.